miércoles, 21 de febrero de 2007

Domingo, 18 de Febrero de 2007. - Por la Vereda de la Estrella, hasta el Guarnón.



















































































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Yo voy soñando caminos



Yo voy soñando caminos

de la tarde. ¡Las colinas

doradas, los verdes pinos,

las polvorientas encinas!...



¿Adónde el camino irá?

Yo voy cantando, viajero

a lo largo del sendero...

-La tarde cayendo está-.


"En el corazón tenía clavada

la espina de una pasión;

logré arrancármela un día;

ya no siento el corazón." .


Y todo el campo un momento

se queda, mudo y sombrío,

meditando. Suena el viento

en los álamos del río.



La tarde más se oscurece;

y el camino que serpea

y débilmente blanquea,

se enturbia y desaparece.



Mi cantar vuelve a plañir;

"Aguda espina dorada,

quién te pudiera sentir

en el corazón clavada."

Antonio Machado


Y el camino que serpea y serpea, como un gigantesco ofidio que se adentra en las entrañas de nuestra Sierra, guiándonos como un vector al Paraíso de las grandes cumbres.

Como en la fábula de Iriarte, la de la Ardilla y el Caballo:

“Tantas idas y venidas,
tantas vueltas y revueltas
(quiero, amiga,
que me diga)
¿Son de alguna utilidad?”


Indudablemente, la Vereda que disfrutamos el pasado día 18, con sus vueltas y revueltas, escondiéndose en los barrancos, asomándose a los tajos con el eterno murmullo del Genil, que bajaba bien caudaloso. Ofreciendo en cada curva un nuevo paisaje, una sorpresa, un nuevo aliciente para volver.

Cuántos recuerdos, cuántas veces mis botas te han ollado. En una y en otra dirección. De día y de noche. Cuántos paisajes de nieve, en el rigor del invierno. Con calor sofocante en el agobiante estío. Los cantos de tus aves ocupadas en criar en esas primaveras pletóricas de flores. Y esos pintureros otoños, ¿qué me decís de ellos?. ¿ Tendremos otro valle igual en nuestra Granada?.


Disfrutamos de una bonita excursión, en la que fuimos cumpliendo con los objetivos de conseguir llegar al destino, obtener unos tiempos mas que aceptables y volver con tiempo suficiente al Barranco de San Juan para dar cuenta de unas papas a lo pobre con huevos, chorizo y morcilla, como mandan los cánones. Todo un rito.
Nos adentramos en una de las minas de la Probadora, en una forma precaria porque no íbamos provistos de linternas suficientes ni al uso. Pisamos algo de nieve cerca del Guarnón. Hicimos un alto junto al Abuelo, el centenario castaño que acoge con cariño entre sus ramas y raíces aéreas como si quisiera abrazar al que le visita. Y disfrutamos, por unos momentos, la inigualable vista de las caras norte de Mulhacén y Alcazaba, mientras tomábamos un tentempié. Al final, recorrimos unos 17 kilometros. Mis disculpas a los que padezcan agujetas.




El único pero que yo pondría es que las señoras nubes estuvieron empeñadas en ponerles a las cimas un tocado que nos privó de sus vistas la mayor parte del tiempo.



Pero, y como siempre, esto se puede arreglar volviendo otro día.
Y, como siempre, carece de importancia si lo comparamos con la buena compañía de Elvira, Antoñita, Marisa, Andrea, Sergio, Juan Diego, Miguel, Ángel, Joaquín y Paco. Este que escribe, también espera que volváis otro día, y con más gente.

Punto especial para la juventud, Andrea Sola y Sergio Vílchez.


¡Ah!, Se me olvidaba, la próxima, podríamos terminarla, ya que está en esa ruta, dando cuenta en el Purche de algún homenaje para las tripas. Ya estoy haciendo contactos para ello...









P.D..- La labor de fotógrafo ha corrido en esta ocasión de la mano de Ángel Vilchez

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